El Alcalde de La Paz ya lleva un mes en el cargo. Dos problemas lo agobian: la deuda de más de Bs 600 millones y el aparato burocrático (9.000 empleados). Pero ya puso en marcha varios planes.

Ha transcurrido ya un mes desde que Iván Arias asumió las riendas de la alcaldía más compleja del país, especialmente por ser también la sede del Gobierno central. Y en este corto tiempo, ha encontrado una alcaldía muy maltrecha, especialmente por los agujeros económicos y la excesiva cantidad de personal.
Pero esto no desanima a este alcalde, que en su campaña prometió no quejarse mucho y trabajar mañana, tarde y noche.
De hecho, nos abrió un espacio para esta entrevista en su departamento a las siete de la mañana, hora en que ya estaba listo para comenzar su jornada.
Desde un inicio Arias mostró madurez política y rompió esquemas y fue eso, quizá, lo que cautivó a los electores el 7 de marzo. Entregó su despacho de ministro a su reemplazante (como no lo hizo ninguno de sus colegas), quiere pacificar la ciudad, busca hacer obras de la mano con el Gobierno central, quiere potenciar a los municipios vecinos y llevarse bien con ellos.
¿Cuándo cree usted que La Paz le declaró su amor?
Fue el 7 de marzo, el día de la elección. Antes, habíamos estado coqueteando. Ya había sentido en las calles cierto cariño, ciertos guiños, pero por supuesto que no es hasta que te piden la mano que comprendes que han optado por ti. La pedida de mano se dio el 7 de marzo. Y La Paz se comprometió y me dijo: “Queremos casarnos contigo y queremos darte una oportunidad”.
¿Esa declaración de amor no fue hace un año cuando le dio Covid? Porque mucha gente, de manera inusual, se movilizó en campañas de solidaridad por usted.
Sí, pero no era pensando en que podía ser su alcalde, sino era un reconocimiento al trabajo que yo hacía como ministro. Mi esposa se quedó sorprendida, cuando pedimos dos dosis de plasma, nos llegaron más de 2.500 dosis. Incluso el doctor que regentaba el Banco de Sangre dijo: “Nunca habíamos recibido en un día tanta oferta y entrega de plasma”.
Otro momento que me llevó a casi decidir mi candidatura fue cuando después de dejar el gabinete, entregué al nuevo ministro las llaves, los documentos, las auditorías y los informes. Salí por la puerta ancha. Ese gesto ordinario, que para mí es normal, se volvió en extraordinario.
Cuando iba a reunirme con el Tata Quispe, el 10 de noviembre, subí del Multicine hasta el Monje Campero. Esa subidita, que te toma de 15 a 20 minutos a paso lento, me tomó dos horas. Parecía una estrella de rock. La gente se paraba y me saluda. Me sorprendió que fueran fundamentalmente jóvenes los que me mostraban su cariño y afecto. Todos estos fueron gestos de amor. Fue entonces cuando dije: “Llegó nuestro momento”.
Ha pasado un mes de este matrimonio. ¿Cómo ha transcurrido este corto tiempo?
Encontré una Alcaldía llena de huecos financieros, de 600 millones de bolivianos; con un presupuesto abultado, una planilla con 9.000 personas, contratos que no están bien, con un personal que está acostumbrado a un ritmo de trabajo lento.
Antes de entrar yo denuncié el estado de situación de la Alcaldía, pero también prometí a La Paz no entrar a quejarme, sino a hacer. Entonces, mi primera tarea fue hacer nuestro Plan de Acciones Inmediatas (PAI). A cada secretaría encomendé elaborar un PAI que va a durar hasta fin de año. Por eso mismo agilicé en nombrar mi gabinete, que fue posesionado al día siguiente que asumí el cargo.
Hicimos nuestro primer Comité de Operaciones de Emergencia Municipal (COEM), respondimos algunas cosas de la gente, como los baches tanto en la periferia como en el centro. He conformado un equipo de exmunicipalistas que conoce la gestión pública. He combinado juventud y experiencia. Hemos logrado liberar recursos, hacer movidas intrapartidarias.
Hemos arrancado con éxito la Ciudad de los 1.000 colores, que es lo que condensa nuestra propuesta: La Paz en paz. Somos la primera candidatura que ha ganado con intangibles. Normalmente una elección se gana ofreciendo obras. Yo he ofrecido intangibles: La Paz en paz.
He ofrecido hacer todo lo posible por generar paz entre los paceños, paz entre los vecinos, que nos perdonemos, que dejemos de tener desconfianzas y odios. La Paz está signada por el odio. La expresión de esa rabia y desconfianza fue en noviembre de 2019 cuando estuvimos a punto de enfrentarnos. ¿Cuál es la consecuencia de esta situación, de esta desconfianza y odio, del miramiento y del recelo? Las inversiones se van. La Paz espanta las inversiones. Nuestra gente se va. Entonces, restituir los lazos de confianza es muy importante.
Y también paz con los municipios vecinos…
Debe haber paz con nuestros vecinos Mecapaca, Palca y Achocalla, con quienes andamos agrediéndonos, con problemas de invasión. Palca se entra hasta lugares que no debe. Pero nosotros tenemos también una relación perversa con ellos, una relación de hermano mayor soberbio, que en vez de establecer una relación de igualdad, nos mantenemos alejados.
Lo peor de nuestra relación es la que tenemos con Mecapaca. Le mandamos nuestras aguas servidas, sin importarnos que ahí abajo vive gente, y por su puesto ellos nos devuelven con verduras. Es una relación perniciosa. ¿Cómo no acabar aquella relación?
Por eso también una de las primeras cosas que he hecho es nombrar un Embajador de Paz que está a cargo del concejal Óscar Sogliano, que al ser subalcalde trabajó con ellos y le he planteado que busque los mecanismos para un acuerdo y un encuentro para que establezcamos una relación de buena vecindad y de mutua colaboración.
Estamos impulsando un proyecto para el tratamiento de aguas servidas. Es un proyecto con el Banco Mundial, que estaba paralizado, y que lo hemos reimpulsado. Todas las ciudades abren sus ríos, La Paz es la única que los cierra, los tapa. Este proyecto busca que limpiemos nuestros ríos Orqojahuira, Irvapi, Achumani y varias de las cuencas, que captemos sus aguas cerca de Las Cholas, las procesemos y luego, en Mallasilla, en el Valle de las Flores, hagamos la planta de tratamiento que va a generar abono y aguas limpias para soltarlas a Mecapaca y Río Abajo.
También está la propuesta de hacer una autopista. La Paz está creciendo hacia ese lugar, ¿por qué no Mecapaca puede ser un lugar hermoso, moderno y dejar de ser un patio trasero?
¿Cómo se va a concretar esta filosofía, este discurso, de “La Paz en paz”?
En la Ciudad de 1.000 colores, que busca cambiarle el rostro de la urbe. Pero los colores no sólo relacionados con lo estético, lo turístico, sino con la autoestima, la valoración y el empoderamiento. Estamos buscando trabajar con colegios como el Franco Boliviano, el Alemán, el Calvert, La Salle y San Ignacio. Queremos desafiarles a que se hermanen con los colegios de los barrios para que juntos piten el barrio, que acuerden los colores e imágenes que van a usar. También estamos buscando que se involucren las empresas y los artistas.
Eso es un acto de paz, de amor, de encuentro, pero también un acto económico porque habrá pintores y albañiles. Por ejemplo, ya hemos llegado a un acuerdo con las fraternidades del Gran Poder para que se pinte la ruta del recorrido con motivos como el kusillo y moreno. Lo mismo hemos acordado con los bordadores de la Los Andes. En esa línea estamos también trabajando ahora en la plaza Tejada Sorzano, una obra majestuosa que comenzó la anterior gestión y que yo la estoy continuando. Voy a invitar al presidente Luis Arce y al Vicepresidente para que estén presentes en la inauguración porque es una obra para La Paz.
En el lugar estamos ya trabajando con los vecinos en el pintado de las casas de manera que la obra magnífica no esté desentonada de su entorno. Los vecinos, las empresas y el ciudadano se encuentran de lleno en esto.
No todo es intangible…
Por supuesto que hemos ganado las elecciones con intangibles, pero cuando ya estás en la gestión, eso tienes que volverlo tangible. Mi programa no es de grandes obras, sino de grandes propuestas de reconciliación, de hacer una gestión diferente, transparente. Dos cosas he prometido: trabajar mañana, noche y día y, segundo, entrar por la puerta ancha y salir por la puerta ancha. Es decir, convertir a la alcaldía en un espacio de confianza, de devolverle al ciudadano la fe en su institución, devolverle la confianza de que si paga sus impuestos no me los voy a robar, sino que voy a hacer obras.
Qué le está haciendo doler más la cabeza en este primer mes de matrimonio.
El financiero y la cultura laboral. En lo financiero, donde aprietas hay deudas, hay huecos y vacíos. Nuestras deudas ya suben a los 600 millones de bolivianos, aparte de la deuda a los bancos. En gestión pública una idea que no tiene presupuesto es desilusión y la desilusión se vuelve frustración. Mientras estás en campaña, puedes prometer muchas cosas. Pero en gestión, tienes que tener presupuesto, por eso en mi PAI hemos bajado cosas muy concretas y realizables.
Hemos hablado con el Gobierno nacional. El Ministerio de Economía nos ha recibido y vamos seguramente a encontrar alguna salida. Vamos a hacer ajustes internos, vamos a bajar el salario del personal en un 5%, voy a hacer ajustes propios, es decir, si yo pido austeridad, tengo que empezar por mí mismo, pero eso no es suficiente.
En la Alcaldía había el asesor, el asesor de los asesores y el coordinador de los asesores. Aquí va el segundo problema, que es la pesadez de la gente, acostumbrada a un ritmo de trabajo cansino, esto porque para cada función hay un funcionario: uno lleva la hoja, otro la firma, otro la trae de vuelta y otro la entrega. Es decir, la hoja pasa por cinco personas. Entonces, se trata de que una persona haga todo eso.
Por ahora, La Paz está en el tercer lugar en cuanto a casos nuevos de Covid y de decesos. ¿Cuáles son las acciones de la Alcaldía para la tercera ola?
Hemos sido el primer municipio en hacer su COE y pedimos a la Gobernación un COE Departamental. Nosotros hemos aplicado 10 medidas que están contribuyendo a que mantengamos el virus en raya. Pero el virus se nos viene y tengo terror que se dispare. Entre las medidas están las alianzas con los gremiales, brigadas de autocontrol, batidas, pruebas antígenas y otras.
Otro elemento que estamos implementando es la provisión de oxígeno. Hemos tenidos reuniones con los proveedores y ellos no nos tendrán vacíos los tanques. Además, vamos a emprender juntos la posibilidad de poner una planta en La Paz.
HOJA DE VIDA
- Origen Iván Arias Durán nació el 8 de agosto de 1958 en la ciudad de La Paz.
- Formación Es sociólogo, municipalista, periodista y analista político. Fue encarcelado, torturado y exiliado durante la dictadura de 1980.
- Cargos Fue funcionario público por 27 años.
Fuente: pagina siete