Se fueron luego de 24 horas. Las tradiciones se expusieron en calles y avenidas de diferentes lugares.
Cuando el alma no quiere irse, recibe chicotazos (o manguerazos o cinturonazos). Es lo que se escenifica en las cacharpayas (despedidas) de Todos Santos y el Día de Difuntos.
Luego de haber volcado el mast’aku (la mesa), al mediodía de este 2 de noviembre, en distintos lugares de Cochabamba cumplieron con rituales de despedida a las almas.
En Sacaba, los familiares y amigos de Yeter Espinoza eligieron a una persona para representar al alma y la cubrieron con una tela blanca: al igual que los dolientes de Severino Morales.
Todo se dio en medio de risas y nostalgia. Según las creencias, el alma del ser querido estuvo de visita durante 24 horas, hasta el mediodía de ayer.
Los dolientes llevaron por las calles las palmas, cadenas y guirnaldas con las que armaron los mast’akus. Como acompañando al alma en su retorno al cielo, avanzaron rezando padrenuestros y avemarías. También compartieron chicha. Luego, porque se cree que el alma no quiere irse, le obligan a hacerlo echándola a chicotazos.
En Combuyo, Vinto, una persona vestida de alma dio recomendaciones a los familiares del difunto, con chicotazos incluidos, para luego emprender una veloz carrera, para regresar el próximo año.
Entretanto, en el Cementerio de Cochabamba, se autorizó el armado de mesas al interior. Varios dolientes recibieron a rezadores a quienes ofrecieron masitas, frutas y comida.

