El presidente surcoreano Moon Jae-in se muestra optimista a pesar de Ómicron

Si bien Corea del Sur consiguió limitar el número de casos manteniéndose en 10.000 infecciones diarias durante toda la pandemia, la variante Ómicron ha roto el cerrojo y la media en siete días ronda ahora los 30.000 casos. Al igual que en otros lugares, la curva es exponencial y pone en duda la estrategia del país, que se había presentado como un modelo hasta ahora. Sin embargo, el presidente Moon Jae-in sigue siendo optimista.

Cada día las colas son más largas frente a los numerosos centros de detección de Covid-19 de Seúl, la capital surcoreana. Mientras el número de infecciones se dispara, el sistema de test se ha adaptado, y ahora es necesario tener un autotest positivo antes de tener acceso a una PCR. Pero, sobre todo, se ha abandonado la llamada estrategia de las 3T (Testing, Tracing, and Treating).

El rastreo de los casos de contacto fue lo que permitió al país limitar las muertes durante dos años, pero la variante Ómicron ha hecho que esta estrategia sea obsoleta e inviable.

«Introducir una nueva estrategia»

«Es el momento de introducir una nueva estrategia sanitaria que se ajuste a las características de la variante de Ómicron. La clave de esta política es transformar nuestra llamada estrategia 3T para responder a la variante movilizando eficazmente nuestros recursos hacia el diagnóstico y el tratamiento rápidos de los pacientes de riesgo. Por ello, estamos limitando el número de test y suspendiendo las investigaciones epidemiológicas para limitar la presión sobre el sistema sanitario», admite Jung Eun-kyeong, directora del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades Infecciosas de Corea (KCDC).

Las autoridades prevén entre 130.000 y 170.000 contagios diarios para finales de febrero, pero por el momento los casos graves son muy limitados, lo que puede dar motivos de optimismo a los surcoreanos. El presidente Moon Jae-in ha llegado a declarar que «Ómicron es el último paso antes de volver a la vida normal».