Cuando una personalidad en Bolivia va a ser entrevistada por ella, sabe que le toca una de sus pruebas más importantes. Sabe que estará expuesta a probablemente la mayor audiencia de los medios de comunicación bolivianos. Y sabe que tendrá a una interlocutora cuyas preguntas la podrán poner en serios aprietos en cualquier
Gabriela Oviedo Serrate, la destacada presentadora de televisión, conversó con OH! sobre su exitoso presente, que suma la difusión de su primer libro. Un texto de superación personal con características autobiográficas en el que obviamente recuerda el desafío que fue para ella ser elegida miss Bolivia Universo 2003.
—Sin duda, se ha consagrado como una de las más destacadas conductoras de programas televisivos del momento y desde hace ya varios años. ¿Es esto lo que vislumbraba como su futuro cuando era niña o jovencita? ¿Qué soñaba ser?
—La verdad es que nunca soñé algo así. De jovencita yo siempre fui muy tímida e insegura, así que trabajar en televisión nunca se me cruzó por la mente. En realidad, creo que nunca llegué a estar realmente segura sobre qué quería estudiar. Tenía buenas calificaciones en todas las materias así que elegir una carrera en particular me era muy difícil. En mi libro No es suerte, es amor propio justamente comparto anécdotas sobre esa etapa de mi vida, cuento cómo la falta de seguridad y de confianza en mí misma se manifestaba en las pocas decisiones que lograba tomar…
A mis 18 años comencé la universidad estudiando Comercio Internacional, pero a la mitad de la carrera me di cuenta de que no era lo mío. Pese a eso, seguí estudiando porque no me animaba a decirle a mi madre. Me apenaba tener que renunciar y comenzar de cero en otra carrera luego de haberla hecho invertir dinero durante varios años. Afortunadamente, más adelante, el destino me regalaría otra oportunidad para poder estudiar lo que realmente me gustaba: Marketing y Publicidad.
—¿Cuánto trastocó sus planes el ser elegida miss Bolivia?
—Lo cambió todo. El Miss Bolivia fue el punto de inflexión más trascendental en mi vida. Pasé de ser una estudiante universitaria anónima a ser una de las personas más conocidas a nivel nacional. Dada mi timidez, nunca había pensado en participar en un concurso de belleza; sin embargo, recuerdo que se me presentó la oportunidad de hacerlo y mi curiosidad pudo más. Por si acaso, yo no entré al concurso buscando ganar el título, no confiaba en que podría lograrlo, yo sólo quería absorber al máximo la experiencia y las lecciones que ésta conllevaba.
Sin embargo, sucedió lo que nunca imaginé y terminé ganando la corona. Fue una de las etapas más lindas pero más duras a la vez. Durante mi reinado, así como disfruté también sufrí, pero más que todo, aprendí. Siento que ese año maduré y crecí más que en mis 20 años de vida anteriores. Para alguien tan introvertida como yo, fue muy difícil adaptarme a la vida pública, pero mi compromiso siempre fue dar lo mejor de mí en cualquier circunstancia y, pese a lo complicado de algunos momentos, eso no cambió…
—La corona no implica sólo piropos y flores. En medio de los beneficios y gratos momentos, ¿cuánto pesa una corona de belleza? ¿Qué retos, dificultades y hasta problemas le generó?
—Ser una persona pública de por sí ya es complicado porque tu vida cotidiana se ve expuesta, con todos los momentos buenos y malos que eso conlleva. Sin embargo, ser una persona pública que además representa un país creo que lo es aún más. Yo aprendí de la manera más dura que por más buenas intenciones que uno tenga, no todos van a aceptarte, apoyarte o quererte. Para una jovencita tan insegura como yo, en esa época, los ataques que recibí me golpearon muy duro, aunque también me enseñaron mucho. En mi libro comparto más de los momentos difíciles por los que atravesé y también la forma en la que logré transformar esas heridas en lecciones que después me ayudaron a crecer.
—Una vez que el destino la empezó a encaminar a los sets y las cámaras, ¿cuán duro fue el camino de miss Bolivia a exitosa conductora de televisión? ¿Qué esfuerzos y sacrificios debió realizar para evitar frustraciones?
—El camino “al éxito” nunca es fácil. Requiere un nivel extra de compromiso, de autoconfianza y de esfuerzo. Yo siempre he sido de las personas que da todo de sí para obtener el mejor resultado posible. Antes lo hacía para no decepcionar a los demás; ahora lo hago para demostrarme a mí misma que nada es imposible, que puedo lograr todo lo que me proponga y que el límite no está en el cielo, sino en mi cabeza. Estos 15 años que llevo en la televisión han sido todo un aprendizaje.
Comencé presentando un pequeño sector de espectáculos en una revista matinal de un canal local en Santa Cruz. Era nuevo y tenía aún muy poca audiencia, para mi suerte, porque todos mis errores salían al aire. Pero cada día me concentraba en aprender algo nuevo y en capacitarme al lado de las personas más experimentadas con las que compartía escenario. De a poco, mis jefes en esa época fueron notando cambios en mi seguridad al aire y decidieron ir confiándome cada vez más responsabilidades.
En pocos meses pasé a hacer entrevistas más serias en ese mismo programa matinal. Meses después, comencé a presentar el noticiero de ese canal y, un par de años más tarde, me contrataron de una red nacional. Hoy por hoy, puedo decir, con mucho orgullo, que se me considera el rostro principal de las noticias en el canal más importante del país. Es algo que, cuando inicié en la televisión, me parecía una utopía. Esta etapa de mi vida profesional tampoco fue fácil, pero ha sido una de las más gratificantes. Siento que cada esfuerzo, cada desvelo, cada lágrima, valieron la pena.
—¿Cuál o cuáles fueron sus entrevistados más complicados? ¿Por qué?
—Creo que todas las entrevistas tienen su grado de complicación. Por eso siempre trato de informarme al máximo sobre el tema a tratar para estar preparada. Dicho esto, debo aceptar que las entrevistas en época electoral son las más delicadas. La afinidad del público hacia uno u otro candidato siempre genera críticas. Lo que unos consideran una buena entrevista, otros la consideran mala…
Pero, bueno, entiendo que eso es normal, pues se opina al calor de las repercusiones políticas que ésta tenga. Así que, mientras yo esté segura de haber hecho las preguntas correctas, me quedo tranquila y satisfecha con el resultado.
—¿Cómo es que decide escribir un libro de autoayuda? ¿Qué otros factores, al margen de los que hemos conversado, le inspiraron a realizar ese trabajo?
—A mí siempre me gustó mucho leer y escribir, de niña era de mis pasatiempos favoritos. Conforme fui creciendo y teniendo nuevas responsabilidades, fui dejándolo de lado por falta de tiempo. Sin embargo, de un momento a otro, la pandemia y la cuarentena rígida nos regalaron a todos tiempo libre en casa, aquel que siempre buscábamos y casi nunca encontrábamos. Pese a que seguí trabajando en esa época, igual me vi con tiempo de sobra mientras no estaba al aire, así que decidí aprovecharlo para escribir.
Comencé publicando textos con mensajes positivos y esperanzadores en mis redes sociales con el objetivo de tratar de contrarrestar tantas malas noticias e incertidumbre que se veía en todas partes. Para mi sorpresa, mucha gente comenzó a sentirse identificada con las anécdotas que compartía. Eso derivó en que comenzaran a pedirme consejos de cómo salir adelante. Fue ahí que decidí ordenar mejor mis ideas y plasmarlas en un libro.
Tenía el tiempo, la posibilidad y sobre todo la motivación para hacerlo: ayudar a los demás. Sabía que muchas mujeres podrían aprender de mis lecciones e inspirarse en el camino que elegí seguir para poder salir de ese momento oscuro en el que se encontraban. De repente, todo lo que había sufrido y aprendido a lo largo de mi vida adquirió otro valor, otro sentido, otro significado. Ahora serviría para mejorar la vida de los demás… Y esa idea me hizo muy feliz.
—¿Suman entre sus musas tantos casos de mujeres que en todo el país, y bajo sus diversas idiosincrasias, triunfan en diversos ámbitos?
—Claro que sí. Admiro mucho a las mujeres que trabajan día a día para alcanzar sus sueños, para sobrepasar los límites que les impone la sociedad, para demostrarse a sí mismas que nada es imposible. Aplaudo mucho a todas aquellas que lograron superar la adversidad y que ahora inspiran a muchas otras más a hacerlo también. A todas ellas va dedicado mi libro.
—Dos valores destacan en su libro: felicidad y amor. Por favor, defina ambos conceptos.
—Creo que son el objetivo principal que todos tenemos en la vida: encontrar el amor y la felicidad… Defino la felicidad como esa paz que sentimos al estar viviendo la vida que siempre deseamos, haciendo las cosas que siempre soñamos y compartiendo con las personas que tanto amamos. El amor, por su parte, es ese sentimiento sublime que sentimos, tanto por nosotros mismos como por nuestros seres queridos, que no conoce de envidias ni expectativas irreales, que siempre apoya, que siempre alienta, que siempre ayuda desinteresadamente y que busca provocar paz y tranquilidad a quienes lo reciben.
—Son tiempos de cambios vertiginosos en la comunicación, ¿qué proyectos tiene a mediano y largo plazo?
—Mis planes generales son, y siempre serán, seguir disfrutando la vida, encontrando nuevas motivaciones, alcanzando nuevos sueños, y conociendo nuevas personas que me permitan seguir creciendo. No suelo hacer planes rígidos porque la vida usualmente tiene una forma muy peculiar de sorprendernos. Prefiero estar atenta a las oportunidades que se me vayan presentando para aprovecharlas y así seguir avanzando rumbo a la plenitud personal y profesional.