Acordaron un alto el fuego para la evacuación de civiles, el cual lleva unas horas sin ser violado. Mañana, se reunirán los cancilleres en Turquía. Kiev presiona a la OTAN por aviones de guerra.
Rusia y Ucrania acordaron el miércoles respetar un alto el fuego que permita la evacuación de civiles de varias zonas arrasadas por los bombardeos, mientras ambos países intentarán dar una nueva oportunidad a la diplomacia con la confirmación de la reunión de cancilleres en Turquía el jueves.
Estos corredores irán de Energodar hacia Zaporiyia (sur), de Izium a Lozova (este) y de Sumy a Polatava (noreste). También se abrirán rutas hacia Kiev desde las castigadas zonas situadas al noroeste de la capital como Bucha, Irpin o Gostomel.
Intentos previos de poner a refugio a la población civil atrapada por los intensos combates se vieron frustrados o perturbados por violaciones de los ceses de hostilidades pactados, por los cuales se acusaron mutuamente Ucrania y Rusia.
En la noche del martes, el Ministerio de Defensa ruso había anunciado también corredores humanitarios en el asediado puerto de Mariúpol, en Járkov y en Chernígov, aunque no detalló hacia dónde se dirigían ni si habían sido aceptados por el lado ucraniano.
El martes, unas 5.000 personas, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, fueron evacuados en unos 60 micros de Sumy, al noreste de Kiev, donde el martes 21 personas murieron en bombardeos rusos.
En la noche del martes, varias ciudades sufrieron ataques rusos. En Severodonetsk, en el este, 10 personas murieron en bombardeos, según el responsable de la región administrativa de Lugansk. Y en Yítomir, al oeste de Kiev, nueve murieron por bombardeos aéreos.
En la misma capital de Ucrania, las sirenas de alarma se activaron cuatro veces durante la noche.
Y el éxodo de ucranianos hacia países vecinos continúa. El responsable del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, lo estimó entre «2,1 millones y 2,2 millones de personas». «Solo Polonia recibe 150.000 por día«, afirmó.
También siguen los temores vinculados a las centrales nucleares presentes en territorio ucraniano. En la noche del martes, el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) anunció que perdió contacto con los sistemas que controlan el material nuclear en Chernóbil, origen de la catástrofe nuclear de 1986.
El regulador ucraniano aseguró este miércoles que la alimentación eléctrica de la central y sus equipos de seguridad están «totalmente» cortados debido a las acciones militares rusas.
El presidente ruso Vladímir Putin lanzó el 24 de febrero la invasión alegando querer proteger a la población rusoparlante de las regiones separatistas del este, en guerra contra Kiev desde 2014, y reclamando la desmilitarización de Ucrania y garantías de que no entrará en la OTAN.
La invasión ha provocado una lluvia de sanciones de los países occidentales contra Rusia y, en menor medida, su aliada Bielorrusia.
Estados Unidos prohibió el martes las importaciones de petróleo y gas rusos y la Unión Europea anunció el miércoles nuevas medidas contra el sector marítimo y las criptodivisas, la exclusión de tres bancos bielorrusos de la plataforma financiera internacional Swift y la ampliación de las tecnologías y bienes que no pueden ser exportadas a Rusia.
Países de la OTAN también han enviado material militar, pero no han accedido a decretar un cierre del espacio aéreo ucraniano o a facilitar aviones de combate a Kiev como solicita el presidente ucraniano Volodimir Zelenski.
Polonia se ofreció a entregar aviones de combate a Ucrania a través de Estados Unidos, una propuesta que sorprendió a Washignton, que la consideró no factible. La vicepresidenta Kamala Harris viaja este miércoles a Varsovia para abordar esta y otras cuestiones de asistencia a Ucrania.
«Tomen una decisión lo más rápido posible, ¡envíennos sus aviones!«, dijo Zelenski este miércoles. Por su parte, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió que si esto se concreta crearía «un escenario muy indeseable y potencialmente peligroso».
También aumenta la lista de empresas multinacionales que toman medidas punitivas contra Rusia: McDonald’s y Starbucks anunciaron el cierre de sus locales, Coca-Cola, la suspensión de sus operaciones y la cervecera Heineken paralizó la producción y las ventas en ese país.
Todo este arsenal de medidas situó a Rusia al borde de la suspensión de pagos, según la agencia de calificación Fitch, que redujo la nota de su deuda alertando de una quiebra soberana «inminente».
«Estados Unidos ha declarado la guerra económica a Rusia y está librando esa guerra», denunció Peskov.