Contaminación arrincona a 150 pescadores que quedan en el Uru Uru

Un puñado de 150 pescadores descendientes de los chipayas y muratos, irohito y chulluni poblaciones ligadas milenariamente a la pesca están a punto de desaparecer ante la reducción del lago de 214 kilómetros de superficie navegable a solo 30 kilómetros.

Hace unos 30 años la pesca era la principal actividad de 700 familias en el lago Uru Uru. En la actualidad, únicamente quedan 150 familias, mientras el espejo de agua languidece por la contaminación minera, el cambio climático, las aguas servidas y la basura que llegan desde la ciudad de Oruro que redujeron de 214 kilómetros cuadrados navegables a solo 30 kilómetros.

Solo queda un 21,5% del total de pescadores en el Uru Uru. Los más antiguos, que bordean los 70 años de edad, recuerdan que por ese lago, que tenía una superficie de 214 kilómetros cuadrados, el pejerrey era la principal especie. “Antes pescábamos peces de hasta 45 centímetros de tamaño, pero ahora no pasan de los 18 centímetros además el espejo de agua del lago cada vez es más pequeño”, relata el dirigente Germán Callizaya a Página Siete. Otra consecuencia es que la totora que antes crecía fuerte, ahora es débil debido a la contaminación minera.

Este miércoles comenzó la limpieza del Uru Uru a iniciativa del turista francés Alexis Dessar. Un trabajo que se extenderá por otros dos días para recoger al menos unas 130 toneladas de basura plástica que convirtió una parte del lago en un ‘lago de botellas de plástico’, no obstante la pesca quedó en jaque en ese departamento.

“Hay también la contaminación minera de las empresas Inti Raymi, Corichaca y Mina San José”, denuncia Callisaya.

El libro Contaminación ambiental y actores sociales en Bolivia: un balance de la situación citando Jacques Gordon, médico epidemiólogo ambiental y e investigador del Instituto de Investigación para el Desarrollo, apoya aquella tesis.

“Es fácil darse cuenta que la contaminación de los lagos Uru Uru y Poopó se debe se debe en gran parte a la actividad minera en Oruro, en la ciudad y la cintura del estaño aledaña. En esta zona no hay únicamente empresas extranjeras, las hay del Estado, pequeñas privadas, y también cooperativas”, concluye Gordon.

El nuevo enemigo

No es el único problema. “Ahora el nuevo enemigo son las aguas servidas de la ciudad de Oruro que es el peligro más reciente y estamos pidiendo a las autoridades que hagan un dragado para que esos líquidos se sedimenten y no entren estas aguas servidas al lago Uru Uru”, propone Callizaya.

Una investigación titulada Lago Uru Uru: Evaluación de la calidad del agua, sedimentos y totora fue realizada por Juan Carlos Montoya Choque y Milton Pérez Lovera, de la Universidad Técnica de Oruro indica: “El lago Uru Uru se ha convertido en el depósito de las aguas servidas del área urbana, las aguas desechadas de las industrias (descargas de la mina San José, entre ellas) y las aguas del río Desaguadero”.

El activista ecológico del Centro Ecológico y Pueblos Andinos (CEPA) Limbert Sánchez coincide con ellos y afirma que la pesca en el Uru Uru está en riesgo. «La contaminación minera con aguas ácidas de San José e Inti Raymi además de las aguas servidas tienen un efecto muy grande en la pesca».

En jaque

Hace tres décadas los sindicatos: Pumpulaya, Caradi, Santo Tomás, Sora, Bito, Quito y  Usnaya tenían entre 40 y 100 afiliados, ahora cada uno de ellos no pasa de los 30 socios. “Muchos dejaron el lugar y se fueron al interior y otros al exterior, porque la pesca ya no es como antes y solo algunos quedamos e intentamos sobrevivir de la pesca”, afirma Callizaya. Otros intentaron dedicarse a la agricultura en esa zona, pero el terreno salino no es apto.

El cambio climático y la falta de lluvias, que arreciaron en los últimos años han hecho también que el caudal del Uru Uru baje su nivel. Este lago era más profundo que el Poopó, que gradualmente también se va secando desde 2014. El activista Sánchez denuncia que por la contaminación minera, urbana y el cambio climático, la superficie navegable del Uru Uru se reduho de 214 kilómetros a solo 30 kilómetros cuadrados.

El Uru Uru, que en los años 90 se recuperó, tenía hasta una profundidad de más de tres metros, pero actualmente esos niveles se redujeron a 1,70 y 1,20 de profundidad. Sánchez, de CEPA, es menos optimista y afirma que en algunos sectores el nivel de agua es de 25 centímetros.

La última trinchera

La línea férrea que pasa por un costado del lago Uru Uru es la última protección que tiene los pocos pescadores que quedaron en ese espejo de agua en Oruro. “Si bien estamos a un kilómetros del lugar donde estaban las miles de botellas de plástico, la última trinchera que tenemos de la contaminación total es la línea férrea”, revela Callizaya.

Los durmientes y la línea carrilera que se encuentran en una parte elevada protegen por el momento al lago Uru Uru. “Hoy (este miércoles) nosotros los pescadores también ayudamos a limpiar las botellas del sector más contaminado del lago, pero aún corremos riesgo por la contaminación minera y urbana”, alerta el pescador Callizaya descendiente los chipayas y muratos, primos de los irohito en La Paz y los chulluni, en Puno, en suelo peruano. Cuyas poblaciones y cosmovisión se encuentran ligadas al agua, por eso se hacen llamar qhas qut suñi o “gente de las aguas y los lagos”. Una herencia milenaria que podría llegar a su fin si la contaminación mata al lago Uru Uru.