Uyuni palidece por la crisis, las promesas incumplidas y toneladas de basura

El salar y los destinos del sur de Bolivia son los más afectados por la pandemia que paralizó la industria naranja. Al descenso de visitantes se suma el problema de la mala gestión de los escombros y el descuido.

Uyuni palidece por la crisis, las promesas incumplidas y toneladas de basura

El municipio de Uyuni, puerta de ingreso a la zona turística más visitada del país,  palidece ante la crisis económica por la pandemia, las promesas incumplidas de una planta de tratamiento de residuos y  toneladas de basura que se acumulan en diferentes sitios.

Fuente: Página Siete

“Estamos preocupados   por esta situación. Somos una ciudad turística sin un plan de gestión de residuos sólidos. Cada elección se promete solucionar este problema pero  queda sólo en palabras.  A eso se suma la crisis por la pandemia, el 60% de la población vive del turismo y nos urge la reactivación”, afirma el presidente de la Fejuve, Álex Muraña.

La presidenta de la Cámara de Operadores de Turismo de Uyuni (Codetur), Patricia López, manifiesta que las operadoras trabajan para coadyuvar  en la solución de estos problemas, ya que de ello depende su sector.

Sin un plan para los  residuos

“En nuestro botadero la basura está por todo lado sin ningún tipo de manejo. Está a la intemperie y se esparce por toda la región. No estamos en contra de las autoridades, pero como población debemos saber qué estamos haciendo  con la basura. Hay que empezar a trabajar desde este momento”, afirmó Muraña.

La semana pasada el turista Alexis Dessard, tras visitar el Cementerio de Trenes de Uyuni y ver las condiciones en la que se encontraba,  convocó a los pobladores  a una jornada de limpieza.

“Sólo hacía falta una pequeña chispa para que todos trabajemos con solidaridad por el medioambiente”, manifestó tras terminar el operativo en el que  se recogieron alrededor de dos toneladas de basura. Eso  sin  contar con los escombros acumulados.

Esta no es la primera acción comunal por el medioambiente. En 2014, 2016 y 2018  diferentes instituciones llegaron hasta la región para realizar grandes jornadas de limpieza, adicionales  a las que se emprenden de forma rutinaria. Todas, en respuesta   a  un problema que no parece tener  pronta solución.

“No es la primera vez. Lo hacemos con el sector del turismo, con los cuarteles… con las juntas vecinales. Si la ciudad está sucia  no es precisamente porque las autoridades municipales se descuidaron o porque la prensa no socializa el tema. Una ciudad es limpia cuando sus ciudadanos ensuciamos menos, cuando  sabemos dónde poner la basura y qué hacer con las bolsas”, dijo el alcalde de Uyuni, Moisés Cruz. “Nuestra topografía no nos ayuda, el viento arrastra la basura que acaba enganchándose en las  plantas espinosas de la zona.

La población tiene dos botaderos: uno camino a Atocha y el otro por la zona de  Escara. El primero es un espacio a cielo abierto en el que se acumulan los residuos sin ningún tipo separación o tratamiento. El segundo es la planta de Gestión de Residuos Sólidos Municipal.

Este predio debería cumplir cuatro funciones: procesamiento de compostaje, almacenamiento de residuos reciclables, residuos peligrosos  y relleno sanitario. Sin embargo, por problemas de costos, falta de personal, máquinas, equipos y energía eléctrica,  hasta hoy no entra en funcionamiento. Únicamente realiza la recepción de basura de las empresas de la región.

El servicio de recojo tampoco es el adecuado. Hay unos tres camiones recolectores y los encargados de la limpieza no pasan de 20 para los desechos que generan  18.000 habitantes.

“No hay presupuesto, el llevar la basura hasta ahí para su tratamiento  le resulta caro al municipio. Urge más presupuesto porque ese proyecto tuvo un costo y debe dar frutos. Ya son varios años    que no cumple su función. El botadero que usamos está a tres kilómetros de la ciudad;  con el viento y los vehículos, la basura vuelve y se riega por todas partes”, afirma Muraña.

El problema también tiene que ver con los turistas, sobre todo nacionales. “Las operadoras tratamos de cumplir con todos protocolos ambientales pero nos cuesta más que los turistas nacionales los cumplan, los extranjeros están más acostumbrados. Pero aún así logramos un buen manejo de residuos en nuestra actividad”, dice la representante  de Codetur, Patricia López.

La caída del turismo 

Hasta antes de la pandemia y los conflictos de noviembre de 2019,  Uyuni recibía unos 60.000 visitantes anuales e iban en ascenso. Entre el 20 y el 24  junio de  ese año  la región batió su récord y   recibió 7.949 turistas nacionales.

Comúnmente, según datos del Ministerio de Culturas,   en temporada baja se registra un flujo diario  de entre 80 y 90 vehículos con 540 turistas y en temporada alta, un tránsito de 190 vehículos con 1.140 pasajeros. Pero en esos  cuatro días se tuvo  un incremento a  1.987 turistas por día.

Aunque el destino de estos  7.949 visitantes era el salar o las lagunas de colores -como el de los visitantes extranjeros-  todos ingresan  por la ciudad de Uyuni. Éste es  el paso obligado en el que operan más de 160 empresas turísticas, pero que por la pandemia  sólo 70 tienen el “Certificado Bioseguro”. No todas funcionan por la crisis y escasez de turistas.

El Plane  participó  en  la jornada de limpieza. Fotos: gentileza  Alexis Dessard

“Es el epicentro que distribuye a los turistas a todo el sur del país, pero no estamos trabajando al 100%”, sostiene López.

Aunque el municipio  brinda servicios a todos los que pasan por la ciudad, los ingresos por costo de entradas de la reserva Eduardo Avaroa, al salar o a la isla de Incahuasi van a cuentas fiscales o a las de las mancomunidades que administran la región.

La cantante boliviana y el turista  francés

El 17 de febrero, las redes  estallaron por un video en la que la cantante Frances Peláes criticaba “de manera despectiva y ofensiva” -de acuerdo con  las autoridades ediles de Uyuni- las condiciones en las que se encontraba el poblado. “Es  feo con ganas… no  viviría aquí ni aunque me pagaran…”, afirmaba.

Aunque se retractó de sus declaraciones, las  molestia no paró. Los habitantes la declararon persona no grata y el municipio empezó una denuncia apoyada en   la Ley 045 Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación.

Cinco semanas después, el turista francés Alexis Dessard subía otro video  viral. En él, preocupado por la cantidad de basura que rodeaba al Cementerio de Trenes,  proponía “limpiar de una vez por todas el lugar”. “Están todos invitados a venir con sus amigos y amigas, y tal vez en un día podamos devolver el encanto de este lugar”, manifestó.

Pero ¿qué fue diferente para que el visitante extranjero tenga el apoyo de la población, y no el rechazo como ocurrió con Peláes? La iniciativa y la acción parecen ser la respuesta.

“Hay ideas brillantes y todas las apoyamos. Viene un extranjero o un paisano  para decirnos que podemos limpiar y nosotros estamos en la predisposición de ayudar en lo que sea a  favor del medioambiente, nuestra población y el turismo. Sobre todo ahora que queremos reactivar  nuestro turismo”, señaló el alcalde de Uyuni, Moisés Cruz.

Él fue parte de la coordinación de la jornada de limpieza promovida por el turista y a la que se sumaron la Fejuve, la Alcaldía, las Fuerzas Armadas, medios de prensa, guías turísticos, etc.

“Uyuni está viviendo una de las etapas más duras en su economía debido a la Covid-19. Actitudes de desprecio no colaboran en la reactivación del turismo, es momento de ser propositivos. Aceptamos críticas, pero siempre que se enmarquen en el respeto”, indicó  Codetur.

Técnicas japonesas para evitar los residuos

La mayor parte de los residuos que se vierten en Uyuni y en todas las regiones turísticas, como el salar o las lagunas, se acoplan en sitios de recolección sin ser clasificados ni tratados térmicamente, lo que causa mal olor y contaminación del suelo.

Esto  sin mencionar la dispersión de bolsas, botellas y otros residuos plásticos que no son biodegradables.

Ante este problema, las prácticas japonesas de turismo sostenible empiezan a desarrollarse en la zona. Estos conocimientos técnicos en materia de gestión de basura son transmitidos por exparticipanes del Programa de JICA de Co-Creación de Conocimientos sobre compostaje y gestión de residuos que se agrupan en Eco Tomodachi.

Debido a la gran altitud del Salar de Uyuni y a la intensidad de rayos UV, las operadoras proporcionan a los turistas agua embotellada cuyos envases acaban aumentando las cantidades de desechos.

Para contribuir al cuidado del medioambiente que rodea al Salar de Uyuni, este grupo se asoció con la empresa de turismo internacional Quimbaya Latin Bolivia, y comenzó a distribuir vasos a los turistas para reducir la generación de residuos por el uso de envases plásticos.

Con  la entrega de estos enseres y el suministro de agua potable en los autobuses turísticos, ya no es necesario llevar botellas de plástico y se reduce la cantidad de residuos generados por los envases plásticos.

La propuesta fue mejorada  con el  monitoreo de la respuesta de los turistas al  uso de los vasos. La prueba  piloto  de cinco meses, según una nota de JICA,  logró su objetivo de reducir los residuos. Específicamente  en botellas de plástico, se evitó el uso y desecho de unas  1.080 botellas.

Un 2020  sin turismo  

Por la cuarentena rígida dentro del país y otros  en todo el mundo, en 2020 el turismo se detuvo en su totalidad. Con las fronteras cerradas y sin vuelos, Uyuni quedó vacío.

Potosí Según datos del INE, los centros de hospedaje de Potosí, en 2018, registraron 102.644 visitantes a esta región. Para 2019, éstos bajaron a 86.679, por los conflictos postelectorales en el país.

2020 Durante el año pasado,  Potosí hospedó a 26.480  visitantes nacionales y extranjeros durante los primeros y últimos meses del año . Entre  abril  y agosto no hubo ni un solo viajero registrado en los  centros de hospedaje.

2021 En enero de 2021, cuando ya se estaban abriendo algunos destinos, Potosí   reportó 3.564 huéspedes, de los que 3.409 eran nacionales.  Sólo 115 fueron visitantes extranjeros.

Vuelos  El principal ingreso a Uyuni de ciudadanos extranjeros es por vía aérea. El paso   terrestre por el punto  fronterizo de Uyuni en 2019 fue de 190 visitantes  internacionales.

Frontera con el cierre de fronteras sólo 69 personas extranjeras usaron Uyuni para ingresar el país vía terrestre. Todas lo hicieron entre enero y marzo de 2020.

60.000 Anualmente al rededor de 60.000 turistas  visitan el salar y otros destinos cercanos como la laguna Colorada, el sector de los volcanes y otros. La cifra iba en ascenso hasta mediados de 2019.