En una encuesta realizada a 2.000 de rusos, el presidente obtuvo la mayor cantidad de votos entre candidatos reconocidos de la política, el arte y el deporte

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue elegido el hombre más sexy del país en una encuesta en la que participaron 2.000 personas.
El mandatario, soltero de 68 años, fue el único hombre que alcanzó cifras de dos dígitos en la encuesta realizada por la bolsa de trabajo SuperJob, que parece más una campaña de propaganda política que un estudio con base científico.

Cuando se les preguntó quién era el hombre más atractivo del país, el 18% de los hombres y el 17% de las mujeres votaron por Putin. Sin embargo, las cifras se redujeron en un uno por ciento en cada grupo en comparación con el año anterior.


Las fotos fueron percibidas en gran parte como un intento de cultivar una imagen poderosa de un hombre de acción.
Y eso parece haber funcionado, según la última encuesta.

El presidente obtuvo una cómoda ventaja sobre sus competidores más cercanos, los actores Dmitry Nagiyev, Danila Kozlovsky y Konstantin Khabensky, a quienes solo el 2-3% de los encuestados los consideró los más atractivos.
Los resultados se publicaron pocos días después de que los legisladores aprobaran una ley que permite a Putin permanecer en el poder como presidente hasta 2036.

La imagen de Putin, una cuestión de Estado
Pese a sus 68 años, luce atlético, y en su rutina de entrenamiento y su dieta rigurosa está la explicación. De acuerdo a Newsweek, por lo general, Putin se levanta entrada la mañana y come el desayuno cerca del mediodía: una tortilla abundante o un tazón de cereales de avena, sumado a huevos de codorniz y jugo de fruta. Una vez terminado el desayuno, recién entonces toma un café.

El mandatario es un obsesivo en las comidas. Se cuida hasta en el mínimo detalle. En sus visitas al exterior jamás acepta un alimento del anfitrión sin que antes haya sido controlado por el Kremlin. No se sirve productos lácteos fuera de su país y su devoción radica en el helado de pistacho.

Además, más allá del estricto formalismo de una reunión, no bebe alcohol. Su intención proyectar una imagen que contrasta con la de antecesor Boris Yeltsin y apunta a no dar un mensaje equivocado a una población que sufre una epidemia de alcoholismo como la rusa.
Fuente: infobae