Tomasa, la hija de un soldado que resignó a su familia por su “alegría”

La cocalera yungueña no muestra tapujos en retar al MAS. Advierte que no tiene tintes políticos, pero se acerca a la oposición. Confiesa que nunca soñó con la fama.

Se apoderó de las cámaras sin que mediara un plan. Apenas una imagen fue su boleto hacia la fama intempestiva, una que no se animó a imaginar siquiera cuando era niña y desconocía los pasadizos de la dirigencia cocalera por los que hoy se mueve como cosa diaria.

Menear sus mantas esbozando una sonrisa altiva fue su gesto ante el cerco policial que entonces rodeaba la sede de la Asociación Departamental de Productores de Coca de La Paz (Adepcoca), en Villa Fátima, frente a las tentativas de los cocaleros yungueños de tomar las instalaciones. Imagen fuerte y llena de simbolismo, si las hay. A partir de allí, el reconocimiento súbito en redes sociales hacia la mujer afroboliviana que se chocó con elogios y críticas por parte de aquellos que exaltan su simpatía o no comulgan con sus modos.

Tomasa Medina, de 48 años, nació en la comunidad de Dorado Chico, en el cantón Arapata de Nor Yungas. Es soltera. Asegura que nunca se casó ni tuvo hijos. De hecho, se anima a hacerles un “guiño” amable a sus fans, a quienes les envía algún saludo cuando suele ser entrevistada.

IMPENSADO

La yungueña afirma que nunca imaginó tocar la suerte de estrellato sobre la que ahora se posa. Ni cuando era pequeña y crecía junto a sus cinco hermanos y su madre proyectaba esa idea. “Ni me acuerdo lo que soñaba porque era niña. Simplemente decía: si mis padres van a vivir hasta el último, puede que sea algo, pero si Diosito me los quita, ¿qué voy a hacer?, ¿me voy a quedar con las labores de casa?”. Ahora, Tomasa se empapa con las muestras de cariño. “Me siento muy feliz y agradecida de que me aprecien”, dice, en nota con Bolivisión.

SU PADRE

Atesora recuerdos de su padre Donato Medina, sobre quien ella revela que fue un benemérito de la Guerra del Chaco. Si bien no murió en combate, fueron muchas las secuelas que se descargaron encima de la humanidad del soldado. Por ello, Donato murió joven y dejó viuda a su esposa.

“Volvió de la guerra, se juntó con mi mamá y ambos nos tuvieron a nosotros. Se ve que mucho le maltrataron en la guerra. Muy joven ha muerto mi padre. Mala suerte de mi mamá, pues él la dejó con seis hijos”, relata Tomasa, en entrevista con Radio Yungas y el Chasqui.

Entonces, el mayor miedo de Tomasa era que su madre volviera a casarse. “Nuestro temor era ese porque a veces no hay confianza con el padrastro. Mi mamá nos crió como mujer sola. Lo que ha podido nos ha dado”, narra sobre su familia, conformada por cinco hermanas mujeres y un varón.

LA COCA

La vida de la arapateña giró en torno a la coca desde siempre. Lleva ya 25 años en la producción de la hoja milenaria. Sus padres -dice- fueron quienes fundaron Adepcoca. La rutina de Tomasa comienza a las 5:00. Se asea, prepara la comida y luego se dirige al campo, donde desarrolla las tareas fuertes del día. “Empiezo a laburar ahí, comienzo a cosechar la coquita”, señala. Después llega la hora del recreo para acullicar la coca y acompañar el momento con algún refresco. Luego, todos regresan al trabajo hasta el mediodía. Entonces comparten el charque con arroz y llajua, como en un apthapi. “Después nos ponemos radio cocalera. Empezamos a escuchar la música, le doy alegría a la gente y me pongo a bailar, con ese carisma que tengo”. La jornada laboral termina a las 19:00.

EL COSTO DE SU “ALEGRÍA”

Tomasa es una mujer sola. Su alegría -asegura- le costó el alejamiento de su familia. “Mi familia, por lo que soy, así, alegre con la gente, me hizo a un lado. Me trata como si fuera loca. Me siento muy sola, pero no me voy a derrumbar. Mi familia me ignora, pero Dios nunca me abandona ¡No me importa, aunque mi familia me rechace, voy a seguir siendo tal como soy!”.

RETA AL MAS

La afroboliviana no muestra reparos en ser desafiante ante el Gobierno. De hecho, durante los días de protesta en Villa Fátima, con la misión de retomar la “casa grande”, la cocalera siempre esgrimió frases en tono de reto. El 12 de octubre pasado, la yungueña dijo: “Le pedimos al presidente Luis Arce que gobierne Bolivia y no se inmiscuya en las instituciones privadas. Que guarde su distancia, porque estamos dispuestos a dar pelea por nuestros intereses. Exigimos que el MAS deje de pagar dirigentes para infiltrarlos en nuestra organización. Si quiere guerra, señor Presidente, guerra va a tener”.

OPOSICIÓN

Así como dijo que no se identifica con la izquierda ni la derecha, se dejó ver cercana a ciertos personajes del escenario, como es el caso de Samuel Doria Medina, con quien tomó un café de forma “casual”, y con otros como Jorge Quiroga y Carlos Mesa, pues coincidió con ellos en la celebración del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade). Además marchó con los gremiales, en rechazo al proyecto de Ley Contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas.

No faltaron las críticas, luego de que Tomasa apareciera junto a Samuel. En las redes sociales, algunos usuarios han expresado su descontento.

SU DESEO

Nunca ocultó su intención de encabezar Adepcoca. Motivada, quizás, por la efervescencia del momento y el apoyo de la gente, Tomasa confesó su deseo de ser la máxima dirigente de la entidad cocalera. No obstante, dejó la determinación en manos de “las bases”. “Realmente me gustaría, pero depende de la base. La base encamina y coordina mediante las regionales”.

Le preocupa que los réditos por la coca sean cada vez menores. El hecho de que la “tierra esté cansada” la inquieta, a sabiendas de que los problemas serán mayores para las siguientes generaciones. “Últimamente, el ingreso es pésimo. El recurso ha bajado bastante. Antes, la producción abastecía. Ya no tenemos otras plantaciones con que salvarnos, si no fuera por la coca. Para los nietos ya no habrá tierra… ya no quiere dar para otras plantaciones”.