Analistas afirman que Bolivia tiene asuntos pendientes con Chile que deben abordarse desde una perspectiva política. La bandera de la reivindicación se constituyó en un símbolo del fracaso en la CIJ.

Bolivia conmemora el Día del Mar sin una política exterior clara respecto a Chile, según analistas. Este 23 de marzo encuentra al país tan lejano como siempre de los puertos del Pacífico. Especialistas señalan que, mientras el lado boliviano muestra un perfil incierto tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Chile sí ha dado señales de acercamiento.
“No se puede advertir que exista una política exterior definida. Al contrario, la masacre blanca en la Cancillería demuestra que están con otras prioridades en este momento. No han hecho ninguna acción, que se conozca en el público, para acercarse a Chile”, advierte Andrés Guzmán Escobari, analista en temas internacionales.
Página Siete solicitó una entrevista con el canciller Rogelio Mayta, pero no hubo respuesta hasta el cierre de esta redacción. Además, solicitó la opinión del vocero presidencial, Jorge Richter, pero él no aceptó por no ser un tema de su área.
El analista Andrés Guzmán explica que se debería retomar el tema con otro enfoque no jurídico. “Bolivia debe dejar de lado esta obsesión de demandar y hacer juicios por todo y enfocarse en la parte política. Éste es un problema político que merece una solución política”, asevera.
Bolivia demandó a Chile ante la CIJ en 2013 para que el tribunal obligase al país vecino a negociar la restitución del acceso soberano al océano Pacífico perdido en una guerra en 1879. El tribunal estableció que Chile no tiene la obligación de negociar.
“Bolivia está tan lejos del mar como siempre. Continúa con una frustración por no alcanzar un objetivo que incluso es constitucional. Es el mismo que tiene desde la pérdida de su cualidad marítima”, explica Álvaro del Pozo, analista internacional y docente universitario.
Con el gobierno del presidente Luis Arce y la posesión del canciller Rogelio Mayta, las perspectivas de una política exterior pos-Haya “resultarían prioritarias, para dar certeza a los bolivianos y principalmente a la comunidad internacional”, afirma el abogado internacionalista Ariel Flores.
Sostiene que desde octubre de 2018, cuando se dio el resultado en La Haya, no se conoce una posición oficial respecto a Chile. Ese es, dice, un verdadero reto para la actual administración.
“Lo que no significa que no exista una política exterior, puesto que la pasividad, silencio o inacción también suponen una posición de política exterior frente a la comunidad internacional”, aclara Flores.
En su criterio, a diferencia de todos los gobiernos anteriores, el de Evo Morales significó un cambio significativo en la forma en la que se llevó la política exterior boliviana. “Junto a Diremar, optaron por la vía judicial como estrategia marítima para Bolivia. Esto llevó al país a uno de los más importantes juicios internacionales a inicios del siglo XXI. Sin embargo, la sentencia del máximo tribunal internacional fue determinante”, asevera Flores.
Según el veredicto de La Haya, Chile no tiene la obligación jurídica de negociar con Bolivia una salida soberana hacia el océano Pacífico. Fue una sentencia desfavorable para Bolivia.

“Pero se trata de una estrategia más en la historia de las relaciones bilaterales entre ambos países. Afirmar que la sentencia vía de la CIJ cerró la cuestión marítima sería un error. Afirmar que no existen temas pendientes es otro gran error”, dice el abogado.
Al respecto, el analista Andrés Guzmán señala que Bolivia debería reclamar que se respete el Tratado de 1904. “A pesar que Chile se jacta y repite que respeta, hay varios elementos que no se cumplen, como el ferrocarril Arica – Paz, que no funciona años en el lado chileno”, asevera.
Por otro lado, el internacionalista Camilo Quiroga señala que a partir de la sentencia de la Corte en La Haya, Bolivia ha tenido un retroceso. “Sobre todo porque después de esa estrategia nuestro gobierno nacional no ha planteado una nueva”.
Habiendo obtenido su licenciatura en ciencias políticas con un minor en relaciones internacionales en la Pontificia Universidad Católica en Chile, Quiroga está consciente de la política exterior del vecino país. “ Sí se ve que Chile ya tiene algunas propuestas. Su canciller las ha hecho públicas. Eso muestra que esa parte, la chilena, ha avanzado en plantear una nueva propuesta y estrategia para la relación con Bolivia, pero de nuestro lado no”, explica.
Puede que una de las causas de esta actitud sea la “sorpresa” por el resultado de la demanda en La Haya. “El MAS ha demostrado que a veces es muy obstinado en los métodos que elige, tanto para la política internacional como para la local”, destaca. Ve posible que, a propósito del 23 de marzo, el Gobierno anuncie la continuidad al planteamiento que ya tenía en La Haya.
Quiroga resalta que “el gobierno de MAS da prioridad a las relaciones con países que comparten su misma ideología”. Por esto, habrá que prestar atención a las elecciones presidenciales en Chile de este año. Eso tendrá repercusión en la relación entre Bolivia y Chile.
Unos dicen fue repartida, otros que está en un museo
¿Dónde está la megabandera de Reivindicación Marítima?

Página Siete buscó la “Bandera de la Reivindicación marítima” en museos y el Comando de la Armada sin éxito. Se consultó por el paradero del enorme símbolo a oficiales, pero la mayoría lo desconoce. Analistas señalan que la megatela azul se constituyó en un símbolo del fracaso de Bolivia en La Haya.
“¿La bandera, esa grande que hemos cargado? Estaba aquí archivada, pero luego se la llevaron. No sé a dónde”, respondieron unos jóvenes oficiales, en el Colegio Militar.
En 2018, el entonces presidente Evo Morales determinó que se confeccionara esa bandera, sería la “más grande del mundo”. Fue un acto “para acompañar la fase oral de la demanda marítima en la Corte Internacional de Justicia de La Haya”, según indicó.
El 10 de marzo de ese año, en la carretera que une los departamentos de La Paz y Oruro, se desplegó la tela de 196,5 kilómetros de largo. Se requirió que alrededor de 4.000 efectivos de la Armada Boliviana se apostaran a lo largo de la carretera.
Tres años después, este medio intentó encontrar esa bandera. “Se encontraba en el Colegio Militar, pero se lo llevó el Comando en Jefe a las oficinas centrales. creo que se lo llevaron al Estado Mayor para resguardarla allá”, revela el cadete, que guía en un recorrido por el museo.
Página Siete consiguió conversar con el encargado de comunicación de la Fuerza Naval, el oficial Ramos. Él, mediante un contacto telefónico informó que “como era tan grande, se había dispuesto de ese material para los comandos. El restante estaba en algún depósito”.
Paralelamente, el mayor Morales, del Colegio Militar, informó mediante texto: “Está en Sucre. Tal como llegó, se la llevaron”. Así surgió la tercera teoría del paradero de la bandera.
Pero Página Siete continuó buscando y llegó al Museo de la Naval. Allí indicaron que la tienen; sin embargo, las exposiciones están cerradas desde el año pasado por la pandemia. Mediante dos cartas, digital e impresa, se solicitó visitar el museo, pero hasta el cierre de esta edición no se atendió esta solicitud
“Se convierte en un símbolo de desesperanza y frustración. Con símbolos no vamos a lograr nada. Sin política exterior y sin diplomáticos estamos en cero”, aseveró el analista Álvaro del Pozo. Con él coincidió Andrés Guzmán, quien indicó que la megabandera “fue una muy mala señal. Estábamos celebrando la victoria antes de escuchar el fallo de La Haya”, sostuvo.
Punto de vista
Karen Longaric, Excanciller

Política exterior marítima
No sabemos en qué momento hemos estado más próximos a resolver el enclaustramiento de Bolivia, no sabemos cuán real fue la voluntad política de Chile para viabilizar una solución definitiva a este problema, en los diferentes momentos que la historia nos aproximó, sea en 1950 o en 1976 o antes.
Lo que sí es posible afirmar, que desde el momento que se presentó la demanda contra Chile ante la CIJ en La Haya, Bolivia dio un giro en su política exterior en este tema. Antes de la demanda, Bolivia intentó la solución del enclaustramiento desde dos ángulos: por un lado mediante el diálogo bilateral, y por otro involucrando a la comunidad internacional.
Ambas vías tuvieron ciertos éxitos, en lo multilateral las resoluciones de la OEA de 1979 y de 1983; pero en 2012 Bolivia fue sede de la Asamblea General de la OEA, ocasión en la que se perdió todo lo que se había avanzado, se perdió el apoyo de todos los países que históricamente nos habían respaldado y desde ese momento el gobierno del MAS empezó a trazar una nueva estrategia, guiada por la confrontación mediática y la diatriba, que recaló finalmente en la demanda instaurada ante la CIJ, judicializando un tema que solo tiene solución por vía de la negociación.
La estrategia del MAS fue errada, tanto desde el punto de vista jurídico como diplomático y político. Bajo cualquier análisis con la sentencia de la CIJ Bolivia se alejó de una salida al mar.
Se necesita un estudio profundo del tema para poder rediseñar una política exterior coherente y pragmática de largo alcance. Un primer paso sería generar confianzas con Chile, en asuntos de interés común como temas fronterizos, comerciales, migratorios, consulares y otros.
Durante mi gestión hicimos importantísimos avances en este sentido: por primera vez en la historia de nuestra vecindad los cancilleres de Bolivia y Chile acordaron un comunicado conjunto para la cooperación recíproca en las emergencias generadas en las fronteras por el Covid 19, como las cuarentenas, la asistencia médica, la alimentación de los compatriotas que regresaban a Bolivia. Tuvimos una importante cooperación de Chile en las repatriaciones durante la pandemia y creo que es un buen punto para continuar la construcción de confianza mutua.
En este momento no sabemos cuál será la política exterior respecto a Chile y respecto al tema marítimo. Lo único cierto es que el gobierno del MAS está retornando a su política exterior ideologizada, orientada a una estrecha relación con la Venezuela de Maduro y pronunciada hostilidad con los países democráticos.
Además, para desarrollar una política exterior seria y beneficiosa para el país, se necesitan recursos humanos calificados, expertos en el tema, que actualmente no hay en Cancillería. Finalmente, no creo que haya grandes avances en diseñar una política exterior. Beneficiosa para Bolivia porque el gobierno está ocupado en lo doméstico, en la persecución política, en el afán de lograr hegemonía destruyendo al opositor.